El agua, como elemento regenerador
Si en la víspera de San Juan las hogueras se apoderan de las calles de nuestros pueblos para quemar en el fuego los malos espíritus, las malas hierbas y erradicar los males, en el Día de San Juan, el agua le toma el relevo a éste para dar la bienvenida a un nuevo ciclo. El agua es un elemento para regenerar, y se utiliza para regar los campos y obtener una buena cosecha, para tomar fuerzas y sanar los males.
En el Día de San Juan, la visita es obligada a San Juan Xar, una pequeña gruta entre Igantzi y Arantza. Dicen que el agua que emana de su manantial tiene poderes curativos. Hay que beber de las tres fuentes para evitar resfriarse. Dicen que frotarse con un paño mojado evita problemas en la piel y andar descalzo en la regata del lugar le mantiene a uno sano.
Son creencias, ritos, que aún se conservan para dar la bienvenida al verano en la noche más corta y el día más largo del año.
Origen de nuestros ritos y tradiciones
Desde tiempos inmemoriales, las civilizaciones han celebrado los diferentes ciclos de la Madre Tierra. Dedicados a la agricultura y el cultivo de la tierra, la llegada de un nuevo ciclo se ha celebrado siempre con veneración.
Con la llegada del cristianismo, los ritos paganos fueron “transformándose”. El cristianismo los hizo suyos y así coincidiendo con el solsticio de invierno se celebra la Navidad y coincidiendo con el solsticio de verano se celebra San Juan. Hubo ritos, sin embargo, de los que no pudo apropiarse y aquellos los tildó de endemoniados y embrujados.
De brujería sabemos algo en Baztan-Bidasoa. En el Proceso de Logroño de 1610, 31 vecinos de Zugarramurdi fueron enjuiciados acusados de brujería y 11 quemados en la hoguera.