Amor a cucharadas

¿Sabías que en Gales celebran San Valentín regalando cucharas de madera? ¿Por qué no aquí también?

Nos ha parecido curiosa la iniciativa, además de sostenible y por eso la Asociación Turística Baztan-Bidasoa quiere invitarte a celebrar San Valentín de esta original manera: regalando una cuchara de madera artesana a aquella persona o personas a las que quieras mostrar tu amor.

Puede ser una manera diferente de celebrar este día y de contribuir con ello al consumo de productos locales y artesanos. Una manera de cumplir con el detalle de hacer un regalo y, al tiempo, poner en valor lo nuestro, esos productos que hablan de nosotros, de nuestras raíces y de nuestro modo de vida.

Porque el amor se cocina a fuego lento, sin prisas; hay que vigilarlo, como a un buen guiso, y darle vueltas, para que no se pegue. El amor tiene también un aroma especial, un aroma exquisito, que al contrario que el del perfume, debe consumirse en dosis generosas, a poder ser a cucharadas.

Dónde comprar una cuchara del amor

En Baztan-Bidasoa Turismoa somos afortunados y contamos con  Ixiart.

Itziar Mielgo es una de las pocas artesanas que actualmente sigue trabajando la madera. Entre sus productos, destacan, además de las tallas de madera y las cucharas de boj, las argizaiolas.

Con una cuchara de madera, con una argizaiola, con una talla artesana…en definitiva, te invitamos a celebrar San Valentín con el corazón y con consciencia, apostando por lo nuestro.

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Por qué se regala una cuchara en Gales

Cuenta la leyenda que una princesa llamada Dwynwen, hija del rey Brychan Brycheniog, fue pretendida por Maelon, un apuesto joven plebeyo no del agrado del monarca que esperaba un mejor partido para su hija.

Dwynwen le debía hacer ojitos al muchacho, tal vez esperando nuevas sensaciones fuera de los muros del castillo. Él le correspondía, pero la muralla que les separaba era demasiado sólida como para ser derribada sólo con amor. Convencida de que llegaría mejor ocasión, la princesa rezó para que aquel amorío juvenil pasara sin pena ni gloria.

Sus insistentes oraciones fueron atendidas por un ángel que le facilitó un ungüento para el aspirante a novio que surtió efecto.

Al parecer, Dwynwen cambió el uso de la rueca en la torre del castillo por las ciencias naturales. Se dedicó a la cura de enfermedades utilizando plantas medicinales. Abandonó su vida palaciega y se dispuso a hacer vida de ermitaña en la pequeña isla de Llanddwyn.

La isla se convirtió en lugar de peregrinación para las parejas con problemas. Ella solucionaba los casos a base de oraciones y pócimas logradas a partir de las hiebas de la isla. También para bendecir sus uniones y rogar que éstas fueran eternas.

Hoy en día, la isla sigue siendo lugar de peregrinación de quienes desean sellar su compromiso, y la cuchara de madera, utensilio con el que la princesa mezclaba las plantas para la pócima secreta se ha convertido en el símbolo del amor.